Hasta el momento de escribir este post nunca me había gustado el melocotón, ni la fruta, ni el color, ni el aliento de los chicles de melocotón. Recuerdo un tiempo, finalizando los 80, en el que las paredes españolas abandonaban el gotelé para volverse lisas y de color melocotón… Eran un horror.
Sin embargo hoy, he visto un sillón de este color en un escaparaté y literalmente he tenido un flechazo sillonil. Acto seguido he pensado en la cantidad de toques melocotón que alegrarían muy mucho cocinas, salones y dormitorios la mar de aburridos con los que me topo a menudo, y he pensado que muchas de mis amigas obsesionadas con el rollo nórdico (que ya sabéis los bostezos que me provoca…) podrían salvar sus salones con unas sillas o un butacón súper potentes en color melocotón.
Os dejo unos ejemplos muy visuales:
Melocotoneais conmigo o no lo veis claro?
Besos!
Mrs. Shabby
y ahora… ¡SI ME QUERÉIS, SEGUIDME!